La política como el arte del engaño
Alberto Salom Echeverría albertolsalom@gmail.com | Viernes 21 marzo, 2025

Alberto Salom Echeverría
“El tema central de la teoría política de Maquiavelo fue la tarea de gobernar adaptada a las necesidades contemporáneas, más que como un producto de ordenación divina. Delineó métodos para tomar el poder, abogando por una combinación de fuerza, astucia y apoyo ciudadano.”
NICOLÁS MAQUIAVELO
Maquiavelo prescribió cualidades específicas para los gobernantes, Instándolos a encarnar una combinación de fortaleza y astucia.
Una introducción necesaria
El engaño es una condición humana, muy negativa, por cierto. El prócer José Martí dijo una vez: “Nos casaron con la mentira, nos acostumbraron a vivir con ella…” Cuando la vida en la acción política no resulta suficientemente consistente, cuando al gobernante de turno no le sirve decir la verdad, es porque no está acostumbrado a reconocer sus errores; entonces frecuentemente acude a la mentira como un escudo que debiera protegerlo. Es decir, el “engaño”. Es el más frecuente de los recursos del político astuto, como lo pregonaba y recomendaba el gran pensador florentino Nicolás Maquiavelo (1.469-1.527). Para el filósofo de la política, lo central era que el político consiguiera sus objetivos, al precio que fuera. Eran los tiempos del renacimiento en los que se buscaba unificar los reinos y constituir la República Italiana.
El propio Maquiavelo llegó a considerar, que para “El Príncipe”, con tal de alcanzar y afianzarse en el poder del Estado, era más importante “ser temido que ser amado, si es que no se puede hacer ambas cosas”. Ser temido para garantizar la obediencia, argumentaba.
La astucia recomendada por Maquiavelo no siempre es sinónimo del engaño, pero la mentira sí lo es. En las democracias, parte de la ideología dominante de las clases y élites preponderantes, es la mentira, útil para dominar y a la vez sojuzgar a masas poco educadas y necesitadas de “favores” para salir adelante…El clientelismo político. Entre más bajo se esté en la escala social, más proclive o inclinado se estará a depender de los favores del gobernante, de la naturaleza que sean, porque cualquier “migaja” es mejor que nada.
Las migajas sirven para apuntalar el engaño y consolidar la sumisión.
Entre más inepto sea un gobernante para llevar adelante políticas públicas que resuelvan los problemas de la ciudadanía, junto a ella, más importante se tornan los favores políticos o las migajas que se le puedan ofrecer a las masas más necesitadas. Esta es una premisa básica de las ideologías dominantes en los gobernantes corruptos y populistas.
La marcha que llevó a cabo el gobierno de Chaves Robles el 19 de este mes, dejó como impronta o huellas indelebles gran parte de lo que hemos dejado señalado de los gobernantes populistas proclives a la mentira y el engaño.
Por más que su propaganda, o las de sus troles hayan querido desfigurar la realidad, por medio de montajes de otras manifestaciones propias o ajenas, por las que quisieron hacer aparecer la escuálida marcha como si hubiese sido la de una multitud, hoy se tiene suficiente evidencia proveniente de los medios de prensa que asistieron a cubrirla, que dieron cuenta de la escasa asistencia.
Se sabe, además, por la boca de los propios asistentes a la marcha, que iban ayunos de información de parte del gobierno. Abundaban las frases banales de parte de los asistentes y hasta de los guías adictos al gobierno. Por ejemplo, ante una pregunta de un funcionario de una empresa de tv, en el sentido de ¿” cuál es la razón por la que ustedes se hicieron presentes a esta marcha”? una mujer inmediatamente solicitó que le preguntaran a otra dama que parecía la que comandaba. La situación no mejoró ahí. En este caso obtuvimos por toda respuesta, “venimos a apoyar”. Cualquier persona que hubiese visto este reportaje vio lo mismo que estoy explicando.
Pero en cambio, no iban ayunos de un poquito de dinero (mucho paya algunos de ellos); cada asistente que se montó en un bus, recibió además la suma de diez mil colones, algunas camisetas y otras migajas que, a nadie le resolvieron ningún problema vital, pero vinieron a la capital, algunos saludaron al gobernante populista, y recibieron después su almuercito. Chaves se dio gusto apretando manos, abrazando gente humilde y otras lindezas por el estilo.
La verdadera razón de la marcha
Ni con toda esa parafernalia el gobierno que, de a poco se desgasta en su prestigio, logró su cometido de movilizar ni dos mil personas siquiera, para forzar una renuncia del fiscal general Carlo Díaz. Este era el verdadero móvil de la manifestación convocada haciendo acopio de ingentes recursos. No lo lograron.
En este caso, el engaño, el ardid empleado por el gobierno para convencer a grandes sectores del pueblo a repudiar al fiscal, no les sirvió. Nada consiguieron, como no fuera desprestigiarse más.
La verdadera razón de la convocatoria que ninguno de los asistentes conocía, como no fuera el consejo de gobierno y el mínimo grupo de adláteres y propagandistas que siempre acompañan al presidente, fue provocar la renuncia de Carlo Díaz. ¿Y por qué? El presidente Rodrigo Chaves Robles y parte de sus ministros acumulan más de un centenar de denuncias en su contra que, el fiscal general, como parte de sus funciones indeclinables, debe investigar. No puede negarse a hacerlo so pena de incumplir su mandato. El presidente no nombra al fiscal, lo nombra la Corte Plena del Poder Judicial, menos puede destituirlo. Imagínense ustedes, un presidente acusado en parte por ciudadanos comunes y corrientes y otra parte por instituciones, intentó movilizar multitudes para forzar la renuncia de aquel que tiene el imperativo de investigarlo. Craso error.
¿Sería que Chaves se proponía de esa forma destituir a un fiscal que, hasta ahora ha probado su idoneidad y valentía en el ejercicio del cargo, para presionar a la Corte Plena a que le nombrara otro u otra a su conveniencia? Muchos de los castigos que podrían sobrevenir de tantas acusaciones, en caso de que se demuestre su culpabilidad y dolo, suponen cuantiosos años de cárcel. A Chaves le falta poco para perder su inmunidad que le otorga la Constitución por ejercer la primera magistratura, por lo consiguiente, podrá ser juzgado como cualquier otro ciudadano. El temor que puede estar sintiendo el gobernante populista, fue lo que lo llevó a embarcarse en el error de pretender usar al pueblo mediante una manifestación que pretendía que fuera masiva, para que Carlo Díaz se viera inclinado a dejar el cargo. Nuevamente, craso error del gobernante.
El engaño, es un ardid muy empleado por gobernantes que temen enfrentarse a su pueblo con la verdad. Pero no dura para toda la vida.
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