Una Caja de Pandora
Juan Manuel Villasuso jmvilla@racsa.co.cr | Martes 16 junio, 2009


Una Caja de Pandora
Dialéctica

Atribuyo ese gran interés y preocupación por los servicios de salud en nuestro país al menos a tres factores.
Primero, al hecho de que en el imaginario social costarricense la salud es un bien público y no una mercancía. Esto quiero decir que todos los ciudadanos, sin importar sus características y condiciones consideran que tienen derecho a ser atendidos cuando están enfermos y que esa prestación no debe estar subordinada a que puedan pagar el costo correspondiente.
Segundo, a la expectativa de que los servicios de salud sean de calidad y similares para todos los pacientes. Resulta inaceptable que se discrimine a las personas en razón de criterios que no sean estrictamente médicos. En cuanto a la calidad, el concepto va más allá de los atributos del tratamiento terapéutico, tiene que ver también con la oportunidad de las citas, la cortesía y calidez de la atención y la posibilidad del asegurado de ser escuchado.
Tercero, al convencimiento de la gran mayoría de los costarricenses de que la CCSS es un patrimonio nacional que debe ser protegido, cuidado y resguardado contra múltiples amenazas que la acechan, algunas internas y otras que vienen de afuera.
Entre las internas destacan los biombos de todo tipo, que no han desaparecido, la ineficiencia en la gestión de recursos a que hemos hecho referencia en columnas anteriores, el inadecuado uso de empréstitos internacionales, y a una visión de desarrollo institucional que en los últimos años parece ser insuficiente para enfrentar grandes retos financieros, sociales, tecnológicos y de formación de recursos humanos.
En cuanto a los peligros externos, uno de los que más preocupan es el intento de privatización de los servicios que se percibe en la actitud y acciones de personas que tienen intereses vinculados con el sector privado de la salud. La compra de servicios por parte de la CCSS y el auge y expansión de las empresas hospitalarias despiertan la suspicacia de quienes señalan casos concretos de mala administración e incluso de corrupción en la seguridad social.
Pero también el abuso por parte de los asegurados es un elemento que inquieta a los miles de trabajadores y profesionales de la CCSS que con mística y dedicación hacen una encomiable labor, muchas veces superando carencias y limitaciones. Las injustificadas solicitudes de consultas para ausentarse del trabajo, el desperdicio de medicamentos, la grosería con que en ocasiones los asegurados tratan a los funcionarios, y las críticas infundadas son también agravios serios que dañan a la institución y desprestigian a quienes cumplen su trabajo con excelencia.
Al igual que en el mito griego de Pandora, al abrirse esta Caja, la de la CCSS, algunos verán salir males y desgracias, mientras que otros hallarán virtudes y bondades. En cualquiera de los dos casos, sin embargo, la Esperanza estará presente. Es a partir de ella, y con sustento en los principios de solidaridad y universalidad, que debe acometerse lo antes posible lo que el Dr. Guido Miranda denomina “la adecuación de nuestro sistema de seguridad social”. Es un imperativo nacional.
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