Premio o castigo
Tomas Nassar tnassar@nassarabogados.com | Jueves 23 abril, 2009


VERICUETOS
Premio o castigo

Será el aire fresco de las montañas, la brisa que viene del mar, el mejor clima del mundo de nuestra Atenas tropical, el agua del Virilla o venga usted a saber
Lo cierto es que nuestras expectativas de vida, dice el reportaje, son mayores a las de otros distinguidos paisanos terrícolas, incluyendo, por supuesto iraquíes, afganos, ex yugoslavos y toda suerte de maridos oprimidos.
Se me hace complicado entender si este tránsito longevo por la vida es una especie de gracia celestial, o por el contrario, drástico castigo divino del que nos habremos hecho acreedores generación tras generación, no sé ni quiero saber por qué.
¿Cómo se debe interpretar que sigamos vivitos y coleando cada noche, cuando llegamos a casita después de haber sobrevivido una jornada más sin haber sufrido un secuestro exprés, haber sido embestidos por un chofer designadamente tapis, sin haber recibido una bala perdida en media jupa, o haber sido cordialmente invitado a bajarme del chunche en cualquier esquina de Chepe? Premio o galleta?
No sé. Esto de estar ligados al planeta puede tener sus ventajas, pero nadie me quita que también sus desventajas. Y muchas.
Si se riega la bola, es capaz de que va a seguir el negocio de los pasaportes y las visas falsas. No me vengan a decir que medio mundo no quisiera venirse a vivir aquí como invitado, expatriado o perseguido político de la mismísima muerte en calzoncillos. Desventaja: más filas en las clínicas de la Caja. Ventaja: más modelos de ropa íntima colombiana.
Si vivimos cien años y un día más y tenemos más suerte que en lo que llevamos recorrido, podríamos ver, sin necesidad de fumar opio, muchas cosas que para los ticos son un espejismo, una ilusión óptica. Ventaja: El opio es ilegal. Desventaja: más promesas de que habrá acuerdo con Alterra, carretera a Orotina, seguridad ciudadana. Qué pereza.
Si somos muy, pero muy longevos, algunos ticos podrían ver realizado un sueño que racionalmente no logramos asimilar, por más que le hagamos cálamo. Ventaja: el opio sigue siendo ilegal. Desventaja: ya no aguanto más a los infumables fanáticos cartagos y heredianos jurando que este año van a ser campeones, que sí se puede y que vive, Cartago vive vive. Martirio es poco. Conste que no es que esté sangrando por mi herida manuda, porque nosotros no perdimos, estamos en proceso (¿con qué se come eso, con queso?)
Póngase usted a pensar cuántas fiestas de Palmares, Zapote, corridas de toros, bailando por un sueño, etcétera, cabrían en cien años más. No sea bárbaro… Definitivamente castigo.
Pero lo que nos causa mucha más angustia a los ticos de esta longevidad inexplicable, es seguir en esta pachanga pura vida sumando cada cuatro años más diputados y aguantándonos la perorata de los que, como paperos o florenses, piensan que ahora sí, que ya se puede, que el pueblo está maduro y que esta es la mía.
Diay, a cada uno como le va en la fiesta. Yo francamente no estoy seguro si es premio o castigo. ¿Y usted?
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