Ley de Protección al Trabajador: concertación y cambio
Rodolfo Piza | Miércoles 22 abril, 2015

Es posible la concertación y el cambio, cuando todos ponemos al país por encima de nuestros intereses
Ley de Protección al Trabajador: concertación y cambio
Hace 15 años, la concertación social y legislativa y el liderazgo del presidente Rodríguez, lograron aprobar la Ley de Protección al Trabajador, la reforma social de mayor aliento de las últimas décadas. Ella estableció cuatro compromisos: 1) con la seguridad social; 2) con la universalización y sostenibilidad del régimen de pensiones; 3) con el auxilio de cesantía a los trabajadores; 4) con la concertación y con el cambio.
Constituyó un instrumento esencial para mejorar la recaudación de las cuotas obrero-patronales, de las que se benefician los servicios de salud, de pensión, de asignaciones familiares (vivienda, comedores escolares, ayudas sociales), de cesantía, de ahorro y de capacitación para el trabajo (el INA).
Sin el Sicere y los dientes que definió la Ley, la Inspección de la CCSS no podría combatir la evasión.
Se estableció que el Régimen No Contributivo (creado en los años 70 con el impulso del presidente Calderón y la anuencia del presidente Oduber), debía llegar a todas las personas discapacitadas o mayores de 65 años en condiciones de pobreza; y se amplió la cobertura incorporando gradualmente a los trabajadores independientes al régimen de la seguridad social.
Se avanzó, pero nos queda un trecho largo todavía.
Por falta de previsión o demagogia, muchos países tuvieron que huir del régimen de capitalización universal, disminuyeron sus fondos de pensión y acabaron dando pensiones de hambre a los beneficiarios, a pesar de que hicieron las cotizaciones.
En Costa Rica, hace unos años, por excesos de gasto de personal y de beneficios, casi caemos en esa condición (especialmente en materia de salud).
La sostenibilidad de la seguridad social depende de la rentabilidad de las inversiones, pero sobre todo de mejorar la recaudación, de contener el crecimiento de los gastos y de la adaptación al perfil demográfico y laboral de nuestra población. Podemos estirar el pie, hasta donde nos dé la sábana.
La Ley estableció el régimen de capitalización individual y de ahorro obligatorio del que hoy gozamos los costarricenses. Si las pensiones de la CCSS (IVM) pretenden la solidaridad (los que más tienen cooperan con los que tienen menos, los sanos con los enfermos o inválidos, los jóvenes con los mayores); la capitalización individual busca la equidad (que las pensiones correspondan con lo ahorrado).
A partir de la Ley, una parte del auxilio de cesantía se convirtió en un derecho de los trabajadores y no una mera expectativa (Fondo de Capitalización Laboral); se reacomodaron las cargas sociales existentes y se creó un fondo de ahorro nacional.
La Ley demostró que es posible la concertación y el cambio, cuando todos ponemos al país por encima de nuestros intereses. Los actores sociales y políticos tuvieron la visión y la humildad para ceder y la valentía de respetar lo acordado. La concertación debe servir para el cambio que necesita nuestro país, no para el inmovilismo. Debemos cambiar no para saltar al vacío, sino para asegurar el futuro a los costarricenses. Que lo alcanzado con la Ley de Protección al Trabajador nos sirva de inspiración y ejemplo.
Rodolfo E. Piza Rocafort
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