¿Más gastamos, más quedamos en lo mismo?
Rodolfo Piza | Miércoles 07 enero, 2015

Se ha aumentado el gasto público y la inversión social y, sin embargo, los niveles de pobreza y la distribución de la riqueza empeoraron
¿Más gastamos, más quedamos en lo mismo?
La pregunta se funda en la expresión de Alphonse Karr en “Las Avispas” (1849): “Plus ça change, plus c'est la même chose”; es decir: “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”. Algo así nos ha pasado con los gastos de algunas instituciones sociales.
Se aumentan sus presupuestos, dizque para combatir la pobreza y la desigualdad, pero la primera sigue campeando y la desigualdad aumenta. Los burócratas y los ingenuos, al ver que la riqueza se concentra, en lugar de revisar lo que se ha hecho mal (que es lo apropiado), se apuran a pedir más presupuesto y más burocracia.
Se ha aumentado el gasto público y la inversión social y, sin embargo, los niveles de pobreza y la distribución de la riqueza empeoraron. Hay más pobres y somos mucho más desiguales.
Los gastos públicos aumentaron significativamente y el avance no ha tenido incidencia en los indicadores sociales. En educación gastamos en términos reales mucho más del doble por habitante que en el año 2000 y, sin embargo, los avances en escolaridad son limitados y en calidad son insignificantes. Con tan poco avance, pasamos de un gasto en educación del 4,7% del PIB en el año 2000, al 7,3% en 2013. Me dirán que la milla extra cuesta más cara, ¿pero tanto más?
En salud gastamos per cápita en 2014 más del doble de lo que gastamos en 2000, pero las consultas por habitante apenas han crecido (específicamente, las de urgencias), pero hay menos cirugías y menos consultas con especialistas y las listas de espera se han disparado. Pasamos de un gasto del 5% del PIB en 2000, al 6,5% en 2013. En vivienda, del 1,5% al 2,1% en 2013, pero ahí siguen los tugurios. En protección social del 6% del PIB en 2000 al 6,8% en 2013.
Pero, repito, tenemos más pobres (22,4% de los hogares y casi el 25% de los habitantes en 2014), y hemos desmejorado sustancialmente la distribución de la riqueza. El ingreso promedio del 10% más rico era 19,6 veces más grande que el del 10% más pobre en 2000. En el año 2013 la diferencia fue mucho mayor: de 24,6 veces. Si medimos la distribución de la riqueza por el Coeficiente de Gini, la situación es también grave. Pasamos del 0,412 en ese año, al 0,524 en 2013. Estamos ya entre el grupo de los países más desiguales del mundo, mientras nos ufanamos falsamente de ser “igualiticos”.
Es decir, gastamos más socialmente, pero somos más desiguales. Tiempos atrás, los aumentos de gasto social se reflejaban en mayor igualdad y menor pobreza. Hoy, es al revés. La intermediación burocrática se come buena parte de esos incrementos. La clave, entonces, no es cortar el gasto social, es cambiar el enfoque y limitar la intermediación. Priorizar los programas más solidarios y limitar los programas regresivos (que son legión). Cambiar sí, pero no para seguir en lo mismo.
Rodolfo E. Piza Rocafort
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